María Grace Salamanca, Raquel Luna –

María Grace Salamanca se describe como actriz de teatro y tiene un doctorado en filosofía (con el INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia en México y la Universidad de Lyon) con bases en estudios culturales y de antropología. Tanto su trabajo académico como el artístico son guiados por su vocación por hacer con una finalidad social y política: pensar para algo, porque hay una necesidad social, y una sensibilidad a compartir y crear de forma colectiva. Para esta entrevista ella considera importante mencionar que es mexicana, es decir, se posiciona desde el Sur global. En cuanto al cuidado, María Grace comparte que es madre. Es madre de un chico neurodiverso y ella misma es neurodiversa. Por ello, su punto de partida no es la idea de que todas y todos necesitan el mismo cuidado o tienen la misma sensibilidad.

Nota: En lugar de una entrevista, decidimos realizar una conversación para, como dijo María Grace, «romper con la retórica habitual y tejer de otra forma”. El formato clásico de entrevista en el Norte global lleva implícito que el entrevistador es objetivo y neutral y el entrevistado podría asumir lo mismo. Descolonizar, como lo propone María Grace, implica abandonar el proyecto moderno de objetividad y neutralidad que busca imponer una verdad absoluta.

La conversación se basa en el contenido del curso público “Esthétiques du care pour l’anthropocène” impartido durante cinco sesiones por María Grace Salamanca en l’École Urbaine de Lyon en el año 2022 y en el contexto de la publicación del libro con el mismo nombre en mayo 2023. La video llamada de zoom comenzó dándole las gracias a María Grace por su tiempo y tras las debidas presentaciones, este es la conversación:


1. RL: El tema de este dossier del Brennpunkt es el cuidado. En el equipo editorial tuvimos una gran dificultad para encontrar reflexiones sobre el cuidado más allá de los cuidados médicos o el cuidado como trabajo de reproducción social. En tus lecturas de la Universidad Urbana de Lyon hablas sobre como el cuidado suele ser negado o invisibilizado. ¿Qué es el sistema mundo y cómo ve el sistema mundo el cuidado?

MGS: El sistema mundo moderno es un concepto que viene de la economía y luego de las ciencias sociales. Muestra la interdependencia que era imposible entender mediante la historia económica-social-política: por un lado, la situación de dependencia y/o neocolonialismos en muchos países del Sur global y por otro lado, la situación de riqueza de muchos países del Norte global. Ambas situaciones no se pueden explicar sin la acumulación de los países del Norte global por desposesión de los países del sur Global.[1] El sistema mundo moderno tiene cuatro ejes de interdependencia (cuatro ejes de opresión) que se refuerzan mutuamente: la colonialidad, la modernidad, el patriarcado y el capitalismo. Lo más importante para mí no es la precisión teórica sino que me permite pensar que las ideas son interdependientes, que hay una estructuración del mundo que parece que tiene sentido y depende de un montón de cosas y que entonces no es tan fácil deshacerte de una, porque esta idea tiene patitas en las demás y entonces se sostienen mutuamente. Para explicarlo con ejemplos: la modernidad establece una creencia en la razón (una manera de racionalidad y de fundamentar o justificar) y esta racionalidad se usa para sostener el capitalismo cuando por medio de la razón se justifica una posición económica: es razonable que los individuos hagan X? Así también con el patriarcado o el colonialismo. Estos son razonables porque hay diferencias naturales. Se naturalizan discursos biologicistas que justifican la inferioridad de las mujeres y los niños y que justifican el racismo.

A este sistema mundo hay cosas que le importan y cosas que no le importan. Y, el cuidado? Es raro decir que no le importa, pero no le importa. O sea, si pudiera no pensarlo, mejor. Importa en el sentido de que el cuidado es la condición de posibilidad para la vida humana, pues los seres humanos necesitamos que otras personas se hagan cargo de nosotras y nosotros desde pequeños: no sabemos qué comer, cómo hablar, cómo movernos. El cuidado es la respuesta a estas necesidades que son obligadas para mantener la vida humana(y más allá). El sistema, en sí, necesita cuidados pues necesita humanos… Este sistema nos empuja a no pensarlo, a no reflexionarlo, es más, no queremos ni admitirlo.

El cuidado es naturalizado y feminizado en el sistema mundo considerándolo como parte de la naturaleza femenina, como algo materno que es necesario ocultar. La naturalización del cuidado pasa por la naturalización del patriarcado.

La sociología y la economía son los primeros en tratar al cuidado como el trabajo del cuidado pero sigue siendo en términos de la teoría colonial moderna pues el cuidado se resume a cuántas horas pasas cuidando y el pago. En otras palabras, el valor del cuidado es definido por criterios capitalistas que lo reducen a la remuneración: si se paga o no y por cuánto. No tiene ninguna relación con nuestra sensibilidad hacia el cuidado. Estos análisis no cuestionan los cuatro ejes de opresión, solo cuestionan el patriarcado.

2. RL: La mayoría de las teorías o reflexiones que encontramos sobre el cuidado me parecieron muy técnicas e insensibles, como si nos refiriéramos a máquinas realizando tareas mecánicas. ¿A qué se debe esto ?

MSG: Ese es el problema de los cuidados. Pascale Molinier y Patricia Paperman hacen una distinción entre los cuidados y la ética del cuidado, que deberíamos integrar pero que actualmente están cada una por su lado.[2] Cuando hablamos de los cuidados (en plural) normalmente estamos hablando del cuidado como trabajo (y este importa y se realiza en situaciones de explotación en el sistema mundo). Cuando hablamos de la ética del cuidado (en singular) estamos hablando de otra dimensión: de la actitud, de una disposición de cuidarnos. Es una dimensión sensible y emocional e implica una afectividad.[3] Es una manera sensible de estar en el mundo, por eso al final yo acabo nombrándolo (en mi libro y doctorado) una estética para insistir que no es solo una razón o argumentación, es una sensibilidad. Pero además estamos diciendo que el cuidado podría ser un valor moral y que podría estar en el centro de nuestra valoración o de nuestro hacer la vida o habitar el planeta.

En el sistema mundo, sus cuatro ejes se convierten en una serie de jerarquías y valores que ordenan el mundo. El cuidado no siempre es un valor porque uno puede cuidar de manera violenta. Es algo que no necesariamente se quiere conceptualizar y entonces parece que en la remuneración o en el uso del tiempo da lo mismo que cuando tienes hambre yo te aviento la comida o te la doy con cuidado. No hay esta dimensión que Marianne Modak y Pascale Molinier llaman “la desmesura del cuidado”. Este “je ne sais quoi” que acaba siendo el meollo del cuidado. Es muy difícil medir o atrapar el cuidado.

3. RL: Durante la pandemia, percibí diferencias en las dimensiones del cuidado: medidas que salvaban vidas, al prevenir el contagio de covid, pero que descuidaban muchos otros aspectos, no sé si por eficiencia. Los ancianos aislados en los asilos o los niños olvidados en sus casas, detrás de computadoras, lo cual también tuvo un impacto sicológico y físico.

MGS:  También lo vemos en los hospitales. La eficacia tiene que ver con cuántos pacientes atiendes, cuántas inyecciones pones, cuántos materiales usas. Lo fácil del cuidado como trabajo es que es medible y eso le encanta a la modernidad y al capitalismo (en la tecnociencia). ¡Como es medible, sí cuenta y qué padre! (Pero) ¿Qué pasa cuando lo que más cuenta en la experiencia humana, en la experiencia de vivir, de sufrir y de enfermar, no es medible? ¡Qué cosa más chocante!

4. RL: El enfoque en lo medible quiere decir que no ponemos atención a otras dimensiones. Vemos que existe cierta indiferencia general con respecto al impacto de nuestras acciones sobre otros humanos o el medio ambiente… desde las condiciones y fuentes de la comida que nos alimenta así como la ropa que vestimos. ¿A qué se debe esto ?

MGS: En la estética del cuidado Joan Tronto lo conceptualiza como “la indiferencia de los privilegiados”. Es decir, quién puede darse el lujo de no darse cuenta. Quién puede decir que tiene cosas más importantes que pensar que qué va a comer. Quién tiene que darse cuenta y quién tiene que pensar en las condiciones de realización? El trabajo de cuidados es un trabajo sucio: tiene que ver con quién barre, quién saca la basura, con cosas muy cotidianas y concretas. Pascale Molinier retoma el concepto de la ignorancia. Es un asunto deliberado de la conciencia por no notar. Es una estrategia psíquica compleja porque aprender a no sentir es la mejor manera para seguir siendo privilegiado. Lo importante no es cuando hago como que no siento, sino cuando de veras no siento. El mayor éxito es ser completamente insensible.

El trabajo que hemos hecho en el INAH y en colaboración con Paul Hersh es una lectura decolonial de las éticas del cuidado y ponemos el énfasis en la desatención. Este no estaba en las éticas del cuidado como había sido conceptualizado. Ser desatendido o desatender un asunto quiere decir que reconocemos que quizá tiene algo que ver pero nos vamos a darnos el permiso de ignorarlo. Es más perverso. Esta noción se usa mucho en la medicina social latinoamericana y en la epidemiologia sociocultural para mostrar que lo contrario de la atención no es necesariamente negligencia. La atención se realiza en los actos concretos de inyectar o de dar consulta. Lo contrario parecería ser hacer daño. Pero, ¿qué pasa cuando lo contrario es solo decir que sí es importante, pero que no vamos a tomarlo en cuenta? Por ejemplo, “si, sabemos que vives en un lugar tóxico y probablemente te vas a enfermar, pero esta fuera del campo de la medicina. Si sabemos que el trabajo que realizas sentada 12 horas al día tiene un impacto en tu salud y está mal, pero fuera de la medicina. Si sabemos que la gestión de las emociones tiene que ver con lo que percibes como salud y enfermedad y cómo te sientes, si pero eso es sicología. Sabemos que lo que comes y tu nutrición, y si comes (porque hay muchas partes del mundo que ni siquiera comen), tiene un impacto en tu salud y en tu trabajo o desempeño académico pero fuera del tema”. Estos teóricos dicen ponemos tantas cosas en paréntesis que ya es absurdo: ¿qué sí cuenta cuando estamos haciendo cuidado de la salud?

Es eso lo que yo veía con las éticas del cuidado: le ponemos tanta atención a los problemas o inquietudes o valores de ciertos grupos sociales en ciertos contextos que pusimos tanto entre paréntesis que parece que los más interesante es todo lo que está afuera. Todo lo que parece que no forma parte del tema. Y cuáles son las estrategias para dejar fuera del tema a los intereses de las mayorías y los subalternos?

5. RL : Volvamos a un enfoque importante en tu trabajo: la desatención. En el curso público de la escuela urbana de Lyon explicas que la desatención implica una insensibilidad hacia uno mismo (en el caso de los) «privilegiados». ¿Qué quieres decir con desatención de los privilegiados hacia sí mismos?

MSG: (Esto viene cuando mi proceso de descolonización iba más avanzado y estaba trabajando este asunto estético.) Esta insensibilidad no es solo hacia los otros, claro que nosotros (privilegiados) también sufrimos y aprendemos a aguantar y a dejar pasar.

Y no es que los humanos del Norte global o los privilegiados del Sur global nazcan con cierta insensibilidad o cierta atención. Es el resultado de una educación y una cultura. En la cultura del sistema mundo dominante, la sensibilidad (y el cuerpo) perdió la batalla contra la razón (la cabeza). Por lo que estar bien educado es controlarte y controlarte es no sentir o no mostrar lo que sientes. Expresarlo es símbolo de fragilidad y de vulnerabilidad, sino histeria o locura. Expresarte o hacer gestos es infantil. Reír es símbolo de no ser serio y de no saber.

6. RL: En países ricos como Luxemburgo parece haber una prioridad clara por tener riqueza económica muchas veces a costa de la salud o de la estabilidad emocional. Estos son países con una tasa alta de depresión y de suicidio hasta en los jóvenes. Es un tema que es tabú. ¿Crees que estos hechos estan relacionados con esta insensibilidad con uno mismo ?

MSG: Es interesante que incluso las personas más exitosas en el sistema mundo están tristes. Si estás triste o contento, no importa en el sistema-mundo. Importa si eres listo y ganas premios y medallas, si tienes dinero, si eres percibido como blanco y hombre en el Norte global. La emoción y la sensibilidad, la felicidad, son tonterías para gente ridícula y absurda. Hippies que no son serios y no quieren trabajar. Cuando el trabajo es visto desde la ética protestante este debe ser el último valor en el que te realizas y si no, no has entendido como se vive en la Tierra. Tú eres tu trabajo. Ahí te realizas y cumples tu función social. Lo demás es accesorio, un medio.

El problema no es que haya quien sea feliz con eso. No soy normativa ni universalista. Yo no quiero que todo mundo piense como yo. El problema es que ese mundo no deja alternativa, es civilizatorio, es colonial. El problema no es que tú quieras eso para ti: ¡hazlo, bravo! Yo no voy a decirte qué sentir o hacer, qué valorar o preferir. El problema es que este sistema mundo sea la condición de posibilidad de la realidad para mí. Que yo tenga que defenderme y justificarme por no querer el mismo proyecto histórico que tú. Lo que nos preocupa no es lo que crean en el Norte global, el problema es que no solo lo quieren para ellos, sino que lo quieren imponer en nuestros territorios y en nuestros cuerpos. Eso es el problema.

Las estéticas del cuidado nacen en estas experiencias de gozo que mantienen varias naciones preexistentes y que mantienen las culturas en las que se supone que no hay nada. No hay nada de ellas que le interese al sistema mundo moderno. Imaginan que las personas pobres en el Sur global son igual o más infelices. ¿Qué pasa cuando hay vida donde impusieron proyectos de muerte? ¿Qué pasa cuando hay gozo y fiesta donde ya no debería haber nadie? La colonización fue un proceso de exterminación. Entonces, ¿qué pasa cuando no solo no se murieron, sino que además son felices? No vamos a romantizar los 500 años de exterminio pero no acabaron con todo y eso era improbable. Adolfo Alvana Chinté propone estudiar las estéticas de la re-existencia sobre como las naciones preexistentes mantuvieron no solo su vida, sino algunas ideas y sentires otros a la modernidad.

¿Por qué la necesidad de una estética (como sensibilidad) y el teatro como práctica para descolonizar?

MSG: La modernidad se erige contra el cuerpo entonces hay en la teoría decolonial teorizaciones sobre cómo habría que volver a la sabiduría de los cuerpos y a las sabidurías ancestrales pero siguen siendo palabras, sigue siendo teoría. Los que hacen práctica, por ejemplo, van con artistas, es decir, no lo hacen ellos mismos. Lo delegan a alguien más. El arte que yo propongo es una práctica descolonizante que implica ponernos todas, y todos, y todes en el mismo registro: en la misma sensibilidad, insensibilidad, percepción o intercepción, en las mismas posibilidades de trabajar o ampliar nuestras propias posibilidades expresivas. Lo que hago en los talleres es una práctica descolonizante en el sentido existencial. Lo más importante no es la teorización, lo más importante es la sensibilización. Pero no es cualquier cosa de vamos a sentir lo que sea, trabajo con las sensibilidades que permiten el cuidado. Es decir, aprender y decidir y poner atención, aprender y decidir y percibir, aprender y decidir las complejidades de la interpretación en contextos de opacidad. Aprender y practicar la atención colectiva que es muy complicada pues estamos muy acostumbrados a estar en nosotros mismos. Para ellos hacemos juegos y prácticas en los talleres que permiten la sensibilidad y la sensibilización (individual y colectiva, no hay distinción en los talleres). Y en un segundo momento en los talleres si lo pensamos y lo reflexionamos y luego yo en los libros y las conferencias y tal si lo teorizo pero lo más importante es la práctica. Lo más importante en este sentido no es definir bien lo decolonial sino descolonizarnos verdaderamente. Y descolonizar nuestros gestos y nuestras interpretaciones, y nuestra manera de sentir y nuestra manera de poner atención y por supuesto que mi tirada es, nuestras maneras de cuidar y de ser cuidados.

7. RL: Hablando sobre esta re-existencia y resistencia, el último reporte del IPCC menciona que el 80% de la biodiversidad que queda en todo el planeta se encuentra en territorios de pueblos indígenas, los cuales representan menos del 5% de la población mundial. Esa es la resistencia y re-existencia que nos permite tener condiciones para vivir en el planeta.

MGS: Claro, porque hay otros valores. El problema de la modernidad es gravísimo.  La modernidad ve todo lo que no es ella  como inferior. La naturaleza siempre se vio en términos de recursos. A mí me da miedo el lenguaje neoliberal de nombrar a la naturaleza “recursos naturales” y a las personas “recursos humanos”. Me parece escandaloso. Pero es lo que hay en la modernidad. Necesitamos ser no modernos y querer valores no modernos para que haya otras posibilidades.

8. RL: Entonces, a diferencia de esta desatención o indiferencia, ¿qué representa el cuidado decolonial en América Latina?

MGS: Lo primero es un disclaimer: no todos estamos de acuerdo. Yo comparto mi interpretación de la teoría y de la opción decolonial. Llega a ser tan ridículo que hay decoloniales que prefieren hablar de decolonialidad sólo para cuidar el templo moderno. Hay modernos del Tercer Mundo. No hay que mantener una retórica de homogeneidad. No hay homogeneidad ni en América Latina ni en la Academia Latinoamericana. Yo, acá, mejor me represento a mí misma, para hacer esto más claro.

Yo estaba pensando que la opción decolonial para mí son dos cosas: uno, la opción existencial de descolonizarse uno mismo y tiene que ver con las heridas coloniales: las cosas que uno cree sobre sí y sobre su lugar. Es un asunto existencial. Y dos, en la relación con los demás. En mi trabajo en la academia se trata de descolonizar la producción intelectual y en la estética, descolonizar las sensibilidades estéticas en los talleres de teatro. En la ética, se trata de hacer un conocimiento comprometido con la realidad, no sólo se trata de pensar por pensar.

La tradición latinoamericana de mezclar el sentir y el pensar viene de los pueblos originarios. Esta en la manera de hablarnos y de no buscar convencer o generar feligresía al dejar caer las pretensiones de universalidad. Pero este es uno de los puntos de inflexión donde no estamos de acuerdo los decoloniales. Yo dejo caer las pretensiones de universalidad y las retoricas modernas de razón o de verdad o de precisión.

Para mí, la aproximación incluso a los conceptos es mucho más estética, es un pretexto. Hay que tomarse con humor cuando uno trata de pensar las cosas, no tomarlo tan en serio, incluso nuestros propios límites para pensar lo que somos, que con nuestro propio cerebro nos pensamos.

Entonces, ¿cómo aplicar esto al cuidado? Para mí tiene mucho que ver con la dimensión afectiva y con un cuidado que no es humano solamente, no es antropocéntrico y que no se reduce a América Latina. No es un asunto vertical de políticas públicas, de derecho, o de retóricas modernas. Es un asunto que tiene que ver con la práctica, con que uno quiere a sus hijos, a sus padres, a su tierra. ¡Quién sabe por qué! Uno reconoce sus apegos y no tienen que ser razonables o justificables. Una hace su vida con apegos y luego una los va soltando. Esa relacionalidad diferente tiene que ver con el cuidado latinoamericano, con la vulnerabilidad histórica y real existencial.

Hay una antropología relacional. Hay el concepto de la desatención, del cual ya hablamos; la contextualización de las decisiones, que está en las éticas del cuidado del Norte global. Es decir, decidimos que algo es justo o adecuado en función de sus consecuencias y no necesariamente por sus razones, porque vamos a soltar la modernidad. Las consecuencias no son sólo intelectuales, aunque también lo son. No vamos a dejar completamente la razón, la vamos a hacer chiquita. Vamos a reducirla con afectividad, vamos a darle otro sitio. No es que no cuente, es que no es todo, no es única y no sólo hay una. Esto es lo más importante para mí para repensar el cuidado decolonial

9. RL: Otro punto importante que mencionas que me parece está ligado con soltar la modernidad es la vulnerabilidad: el reconocer nuestra mortalidad y el cómo esa vulnerabilidad enlaza nuesta existencia a los demás.

MGS: Cuando pensamos en la vulnerabilidad queremos obviar que somos mortales o lo decimos con un cinismo que parecería como si ya lo sabemos todo y no nos importa. Como si no nos diera miedo morirnos en la noche cuando pensamos en eso. Como si estuvieras deshabitado de sensibilidad.

En filosofía se conceptualizaba solo como un riesgo, un peligro. Lo que me gusta mucho de pensar la vulnerabilidad es que esta afectabilidad que tenemos también es la posibilidad de creación. Es como ser optimista: es ver el vaso medio lleno. Entonces, sí, no sabemos cómo ser humanos, pero podemos crear. Ahora sí, también quiere decir que podemos equivocarnos. Y bueno, sí, ¡también quiere decir que nos pueden hacer daño porque estamos siempre en peligro de muerte o porque la gente que se suponía que nos iba ayudar dándonos los sentidos pueden darnos sentidos del sistema mundo moderno! Son riesgos, pero también son posibilidades. Nos da esa posibilidad de la ética, que no todo está jugado, que podemos decidir, que podemos crear quizás un confort muy chiquito. Es lo que creo que tenemos.

10. RL: En el curso de la escuela urbana de Lyon elaboras el por qué te sitúas desde la estética y no la ética y dejas pendiente en el curso el vínculo entre el cuidado y la política. ¿Puedes explicarnos por qué te sitúas desde la estética y no desde la ética? Y también, ¿podrías elaborar el por qué dejas pendiente el vínculo entre cuidado y política?

MSG: Son dos vínculos.

El vínculo de la ética, estética, cuidado, moral no me resultó tan obvio. Lo que me interesaba de la ética era más bien la moral, es decir, ¿cómo se practica? No lo que podemos decir, sino lo que podemos hacer con eso. Pero la moral es un término con mala fama en español, mientras que en francés depende de la escuela de pensamiento de la Facultad de Filosofía. Entonces ya es una batalla no decir ‘la moral’ a lo que me interesa, cuando en realidad debería ser ética. Es reducir el valor del discurso argumentativo por sí mismo. Y luego decir que no es que no me interese, es que me interesa también el lado sensible:  la moral y la ética tienen una raíz afectiva.

Es decir, muchas veces me he dado cuenta de que lo que justificamos después como bueno o malo o como preferible o no, empieza con una sensación y es lo que hacemos en los talleres y de eso vamos a hablar luego. La ética y la moral empiezan con una sensación. Digamos, cuando algo está mal. No es que sepas claramente que no te gusta porque está mal, a veces es una incomodidad que no puedes ni explicar y que quizás si no te das el tiempo de explicar lo vas a ignorar toda tu vida. Y podemos ignorar nuestra incomodidad moral. Y es la única raíz de una moralidad no hegemónica o no heterónoma y auténtica (lo que también tiene una vertiente colectiva luego entonces en los talleres).

Ahora el vínculo del cuidado con la política es muy sencillo, la debo en el curso y la sigo debiendo. Es una deuda histórica que tengo. Estas reflexiones empiezan con mi tesis doctoral, con estas palabras sobre la ética y la estética. A la hora de escribir la ética y la estética, me doy cuenta de que la literatura disponible sobre la política (e incluso sobre la política del cuidado) no era algo que yo pudiera aceptar porque normalmente las políticas del cuidado pasan por la retórica de los derechos. En los países colonizados en el pasado, el derecho ha sido y es una herramienta de colonización, escrito en la lengua del colonizador y tratado por ellos. Los derechos humanos son retóricos, para decirlo de alguna manera. No es que estén bien o mal, es que en nuestro mundo no se cumplen y la cuestión está en otro lado para nuestras sociedades.

Por otro lado, las otras políticas del cuidado eran democratizantes, entonces otro proyecto moderno. La democracia para nosotros llega con el proyecto civilizatorio y entonces no somos democráticos cuando tenemos dictadores y dictadores son los que no se alinean con el Norte global (pero cuando están alineados con el neoliberalismo entonces no son dictadores, son el proyecto democrático para el Tercer Mundo). Entonces yo no podía creer que la cuestión política en México, con los neo intervencionismos, la narco violencia,  las intervenciones extranjeras y el miedo generalizado en el que vivimos, se resolvía con elecciones o con partidos políticos. A lo mejor en otro lado sí. Yo no quiero decir cómo se piensa en otro lado. Lo que quiero decir es que acá no, entonces acá cómo. Acá no sé. Entonces la respuesta es más o menos simple porque… no sé.

11. RL: Los Zapatistas nos visitaron en Europa con la Gira por la Vida. Su propuesta política, o no sé si sea política, pero esa invitación a organizarse, a crear sus propios gobiernos y a crear sus formas de ser y estar donde quepan más mundos en este mundo. ¿Tal vez esta es una forma de política?

MGS: Hay toda una historia no contada o mal contada y es la maravillosa historia de la Revolución Mexicana que nos lleva al por qué los Zapatistas se llaman Zapatistas. El nombre de Zapatistas tiene una raíz histórica en el pensamiento mexicano que no es el hegemónico, pues el hegemónico está lleno de intervenciones extranjeras y de neocolonialismo y de colonialidad interna.  En el momento en el que ganan los revolucionarios en México, Zapata y Villa en la Ciudad de México deciden no sentarse en la silla presidencial. El símbolo es no tomar el poder. ¿Qué significa este no tomar el poder como proyecto histórico? ¿Qué otros países tienen esta metáfora, que los que ganan eligen no imponerse? Esa es la inspiración de los zapatistas y de ahí el nombre. ¿Qué pasa si empezamos a contar los trozos de historia que son una inspiración? Son alternativas al proyecto histórico de la modernidad: es un no tomar el poder, no tratar de convencerte, no tratar de reclutarte, (sino) respetarte.

12. RL: Y nuestra percepción fue que había una voluntad de los Zapatistas de escuchar con cierta sensibilidad o cuidado.

MGS: Esta escucha también ha sido teorizada por las éticas del cuidado, sobre todo en una proposición (en la) que yo leo una escucha decolonial, (la de) Pascale Molinier. Yo no sé si ella se siente así. Es una escucha que no escucha para adivinarte, para imponerte su claridad, para decir que la medida de la interpretación soy yo, sino que sabe que hay una imposibilidad en la interpretación de saber lo que quiere decir para ti lo que estás diciendo. Pero eso no quiere decir que no podamos construirnos y que no podamos aprender y que no podamos hacer proyectos comunes. Entonces la pregunta es cómo hacemos relaciones humanas no coloniales, que no pasen por una transparencia en la interpretación . La respuesta tiene que ver con la disposición de escuchar, porque la verdad es que la mayoría de las veces ni siquiera escuchamos y no ponemos atención más que a nosotras mismas. Y luego, una vez que ya ponemos atención, hay que saber que percibir es interpretar, que no le ponemos atención a todo y a todas. Entonces, ¿a qué le ponemos atención del mensaje que estamos escuchando? ¿Qué nos llama la atención y por qué nos llama la atención? Hay que saber que eso dice más de nosotros que del otro. Y luego, ¿cómo interpreto eso? ¿Qué quiere decir? Para quién? Implica reducir nuestras pretensiones a la hora de que nos relacionamos con los otros. Y eso no quiere decir que niega a la colectividad, solo que se hace de otra manera.

13. RL: Cómo se aplica esta estética del cuidado en el teatro?

MGS: Primero, reconocemos que hay una distribución de la sensibilidad dominada por el sistema mundo moderno. Pero no damos una clase o una encuesta para que nos digas cómo te deformó el sistema mundo moderno tu propia sensibilidad. Es una cosa mucho más lúdica: vamos a jugar, vamos a divertirnos. Cuando doy un taller, lo menos que podemos hacer es pasarla bien. Eso es lo único, si aprendemos o no, si está bien, si es preciso, eso es otra cosa. La gente cree que cuando digo esto, estoy diciendo una nimiedad, pero no, es lo más importante: generar este espacio en el que uno pueda estar en paz y pueda pasársela bien.

Y luego empezamos a jugar de otras maneras, a expresarnos, a ponernos frágiles y vulnerables. No estamos acostumbradas a usar el cuerpo y a usarlo de estas maneras ridículas o no convencionales. Hacemos gestos muy estereotipados. Luego empezamos a ver qué vemos y qué no vemos, es decir, tenemos ejercicios de atención, pero no es con regaño, es un juego, te puedes equivocar, no pasa nada y puedes aprender. Lo que importa no es hacer el diagnóstico sobre cómo no te das cuenta, lo importante es que aprendas a darte cuenta que se puede modificar la sensibilidad. Que la sensibilidad no está dada de una vez y para todas. Que te des cuenta cuándo no te das cuenta y de qué no te das cuenta y lo aprendemos en un juego divertido donde nadie está regañando o siendo jefe. En el último taller que acabo de dar en la academia, en un doctorado, los estudiantes se regañaban entre sí. Yo no los regañaba! Pero ellos decían “te equivocaste, No, eso no era” como en el discurso moderno. Una vez de plano les dije “Oigan, aquí la jefa soy yo. Y si la jefa no está regañando, ustedes no regañan”. Esta el reflejo de hacerlo bien, sobre todo en ciertos contextos. En ese sentido tuve que intervenir para que uno se pueda equivocar y pueda no hacerlo bien. Y no pasa nada. Vamos a aprender. Lo que me interesa no es cómo llegas, sino que pasa ahí, cómo puedes moverte. Para que puedas moverte necesito darte un espacio de confianza donde puedas equivocarte y donde puedas no ser perfecto, donde puedas no saberlo, donde puedas hacer preguntas que quizá para alguien sean obvias o no, no importa… si son honestas, si tú no lo sabías. Acá no hay culpa, entonces eso también es un concepto como muy moderno y con raíces religiosas. Jugamos y hacemos ejercicios para escuchar de otra manera, para interpretar de otra manera. Todo esto que te he dicho, para cuidar de otra manera, para relacionarnos de otra manera. Para poner en escena los problemas que tenemos, qué nos importa, dónde nos duele, cuáles son las urgencias, qué otras narrativas podemos crear, que otros valores y cómo nos imaginamos un mundo que no tuviera estos problemas.

Es un espacio para cuestionar eso que decíamos al inicio, el hecho de que parece que la modernidad-colonialidad es la realidad y parece que aprisiona el imaginario. ¿Y si fuera de otra manera, cómo nos gustaría que fuera? ¿Que podría ser? Entonces jugamos un poco con esto, jugamos con la ética, jugamos con la estética, jugamos con los problemas, a veces con algunos temas, a veces sin temas. A veces he trabajado la noción de antropoceno y las crisis de habitabilidad, pero no solo eso.

14. RL: Nos hacen falta espacios seguros donde podamos intentar otras cosas fuera de lo que dicta este sistema mundo. Un comentario que surgió en el equipo editorial es el caso de un país se impone la decolonialidad como condición para financiar proyectos de desarrollo y cooperación. Esta condición me pareció contradictoria a lo que entiendo como decolonialidad. ¿Es problemático cuando la decolonialidad se impone?

MGS: Hoy a las 6am, tuve una junta de trabajo con químicos europeos sobre el Antropoceno. Esta era su disyuntiva: “¿hacemos química para resolver los problemas que creamos con la modernidad (es decir, la química verde de captar carbono y utilizar alternativas a las energías fósiles) y seguimos resolviendo estos problemas? ¿O generamos otras alternativas para vivir energéticamente de otra manera? No podemos hacer las dos al mismo tiempo pues son dos proyectos diferentes.

Había unos que decían: “es que no vamos a dejar de ser químicos (y el rigor y la ciencia), solo estamos diciendo que lo vamos a hacer con otro marco.” Había otros que decían: “es que hay que dejar el pensamiento disciplinar. O sea, hay que dejar de hacer esto así. O sea, hay que cambiar el mundo.” Finalmente es un poco esta pregunta: ¿qué pasa con un sistema mundo que está acostumbrado a siempre caer parado? Uno de los éxitos más grandes del capitalismo y el mundo moderno es que a todos los golpes ganan. Todo lo asimilan como parte de lo mismo o festejan el exotismo. Al final la casa nunca pierde.

Entonces, ¿cuál es la respuesta? La respuesta es que depende. Yo no soy normativa. Yo no voy a decirle a la gente qué hacer. Pero yo lo veo en estas dos visiones: una visión que quiere hacer de la decolonialidad un concepto más o menos moderno. Yo escuchaba la semana pasada en un congreso en una mesa en América Latina de decoloniales, que una académica decía los decoloniales ni siquiera saben cómo nombrarse: unos dicen decolonial, otros mirada decolonial, descolonial, opción decolonial, teoría decolonial. Nos cortaban con la tijera moderna ¡en una mesa, en América Latina, sobre decolonialidad! No sólo pasa en el norte global, pasa en todos lados y es por esta lógica moderna.

Entonces, en esta lógica del sistema, vamos a traer la decolonialidad como una nueva variable que vamos a integrar al sistema. Y lo vamos a integrar lo mejor posible. Si tú me preguntas en un trabajo entre una oferta de trabajo fascista y una oferta de trabajo decolonial, ¿cuál prefiero? Entre las alternativas que me presentas, pues la decolonial, supongo, ¿no? Y ese es el problema: seguir creyendo que el mundo moderno es la condición de posibilidad. Es decir, que ahí (dentro de la modernidad) hay que pensar y que ahí está la práctica y que ahí es el mundo.

Yo estoy muy loca, no me interesa la casa del amo. Hay una frase famosa de Audre Lorde que dice que las herramientas del amo no van a destruir su casa. Entonces yo he decidido que mi batalla no es pelearme con la modernidad. Entonces yo no quiero hacer eso. Yo quiero ser feliz. He elegido otro proyecto conceptual artístico, lo que yo solo quiero es poder hacer lo mío y hacer lo mío es generar este otro proyecto decolonialidad que yo no sé si está bien nombrado, seguro pueden encontrar inconsistencias, y que yo no sé si es preciso.

Lo que yo quiero es que haya otros mundos posibles, que haya otros espacios para diversidades posibles. Lo que yo quiero es que se puedan tener relaciones humanas felices, amenas, sin violencia, que nos la podamos pasar bien. Lo que yo quiero es intentar, aunque sea en talleres chiquititos, aunque solo duren dos o tres horas, aunque sean solo fragmentos chiquititos, yo quiero que otro mundo sea posible y yo quiero que cuando yo tengo el poder pueda no utilizar el poder, pueda dejar la silla vacía. Quiero que en ese espacio se pueda ser de otra manera, se pueda vivir de otra manera y que sea un espacio donde la modernidad colonialidad no sea la condición de realidad y de posibilidad. Esa es la única decolonialidad que me interesa. No me interesa la decolonialidad que quiere pelearse con el amo, con sus propias herramientas.

Quizás me puede decir alguien, y quizá tiene razón, que la decolonialidad, surge como un embate contra la modernidad, porque hay una modernidad civilizatoria. Quizá esa es la historia, quizá es justo. Y si esa es la decolonialidad, entonces yo no soy decolonial, yo soy otra cosa. Si esa es la definición y si eso es lo que hay que entender, porque somos histórico modernos y tienen la única definición, pues entonces yo no quepo ahí. Yo no quepo en sus etiquetas modernas, pero además no quiero caber. Yo no quiero que me categoricen. Yo solamente quiero que se pueda vivir de otra manera.

15. RL: La batalla de la que hablas se trata de quien tiene la verdad absoluta. Finalmente, algo que mencionas constantemente es como este proyecto decolonial, o como se llame, es una opción más. No es la única opción.

MGS: Es una de las cosas más importantes y me lo repito 20 veces. La decolonialidad es una opción más… así como lo es el sistema-mundo moderno y sus cuatro ejes (patriarcado, capitalismo, colonialidad y modernidad), es también solo una opción.

 

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Pies de página:

[1] Wallerstein y Anibal Quijano.

[2]https://revistas.ucm.es/index.php/CRLA/article/view/70893#:~:text=Liberar%20el%20cuidado%20significa%20superar,y%20de%20quienes%20lo%20hacen.

[3] Carol Gilligan subraya en qué sentido la dimension emocional y afectiva es fundamental para lo que determinamos como la ética del cuidado.