María Grace Salamanca, Raquel Luna –

María Grace Salamanca se describe como actriz de teatro y tiene un doctorado en filosofía (con el INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia en México y la Universidad de Lyon) con bases en estudios culturales y de antropología. Tanto su trabajo académico como el artístico son guiados por su vocación por hacer con una finalidad social y política: pensar para algo, porque hay una necesidad social, y una sensibilidad a compartir y crear de forma colectiva. Para esta entrevista ella considera importante mencionar que es mexicana, es decir, se posiciona desde el Sur global. En cuanto al cuidado, María Grace comparte que es madre. Es madre de un chico neurodiverso y ella misma es neurodiversa. Por ello, su punto de partida no es la idea de que todas y todos necesitan el mismo cuidado o tienen la misma sensibilidad.

Nota: En lugar de una entrevista, decidimos realizar una conversación para, como dijo María Grace, «romper con la retórica habitual y tejer de otra forma”. El formato clásico de entrevista en el Norte global lleva implícito que el entrevistador es objetivo y neutral y el entrevistado podría asumir lo mismo. Descolonizar, como lo propone María Grace, implica abandonar el proyecto moderno de objetividad y neutralidad que busca imponer una verdad absoluta.

La conversación se basa en el contenido del curso público “Esthétiques du care pour l’anthropocène” impartido durante cinco sesiones por María Grace Salamanca en l’École Urbaine de Lyon en el año 2022 y en el contexto de la publicación del libro con el mismo nombre en mayo 2023. La video llamada de zoom comenzó dándole las gracias a María Grace por su tiempo y tras las debidas presentaciones, este es la conversación:

RL: El tema de este dossier del Brennpunkt es el cuidado. En el equipo editorial tuvimos una gran dificultad para encontrar reflexiones sobre el cuidado más allá de los cuidados médicos o el cuidado como trabajo de reproducción social y. En tus lecturas de la Universidad Urbana de Lyon hablas sobre como el cuidado suele ser negado o invisibilizado. ¿Qué es el sistema mundo y cómo ve el sistema mundo el cuidado?

MGS: El sistema mundo moderno es un concepto que viene de la economía y luego de las ciencias sociales. Muestra la interdependencia que era imposible entender mediante la historia económica-social-política: por un lado, la situación de dependencia y/o neocolonialismos en muchos países del Sur global y por otro lado, la situación de riqueza de muchos países del Norte global. Ambas situaciones no se pueden explicar sin la acumulación de los países del Norte global por desposesión de los países del sur Global.[1] El sistema mundo moderno tiene cuatro ejes de interdependencia (cuatro ejes de opresión) que se refuerzan mutuamente: la colonialidad, la modernidad, el patriarcado y el capitalismo. Lo más importante para mí no es la precisión teórica sino que me permite pensar que las ideas son interdependientes, que hay una estructuración del mundo que parece que tiene sentido y depende de un montón de cosas y que entonces no es tan fácil deshacerte de una, porque esta idea tiene patitas en las demás y entonces se sostienen mutuamente. Para explicarlo con ejemplos: la modernidad establece una creencia en la razón (una manera de racionalidad y de fundamentar o justificar) y esta racionalidad se usa para sostener el capitalismo cuando por medio de la razón se justifica una posición económica: es razonable que los individuos hagan X? Así también con el patriarcado o el colonialismo. Estos son razonables porque hay diferencias naturales. Se naturalizan discursos biologicistas que justifican la inferioridad de las mujeres y los niños y que justifican el racismo.

A este sistema mundo hay cosas que le importan y cosas que no le importan. Y, el cuidado? Es raro decir que no le importa, pero no le importa. O sea, si pudiera no pensarlo, mejor. Importa en el sentido de que el cuidado es la condición de posibilidad para la vida humana, pues los seres humanos necesitamos que otras personas se hagan cargo de nosotras y nosotros desde pequeños: no sabemos qué comer, cómo hablar, cómo movernos. El cuidado es la respuesta a estas necesidades que son obligadas para mantener la vida humana(y más allá). El sistema, en sí, necesita cuidados pues necesita humanos… Este sistema nos empuja a no pensarlo, a no reflexionarlo, es más, no queremos ni admitirlo.

El cuidado es naturalizado y feminizado en el sistema mundo considerándolo como parte de la naturaleza femenina, como algo materno que es necesario ocultar. La naturalización del cuidado pasa por la naturalización del patriarcado.

La sociología y la economía son los primeros en tratar al cuidado como el trabajo del cuidado pero sigue siendo en términos de la teoría colonial moderna pues el cuidado se resume a cuántas horas pasas cuidando y el pago. En otras palabras, el valor del cuidado es definido por criterios capitalistas que lo reducen a la remuneración: si se paga o no y por cuánto. No tiene ninguna relación con nuestra sensibilidad hacia el cuidado. Estos análisis no cuestionan los cuatro ejes de opresión, solo cuestionan el patriarcado.

RL: La mayoría de las teorías o reflexiones que encontramos sobre el cuidado me parecieron muy técnicas e insensibles, como si nos refiriéramos a máquinas realizando tareas mecánicas.

MSG: Ese es el problema de los cuidados. Pascale Molinier y Patricia Paperman hacen una distinción entre los cuidados y la ética del cuidado, que deberíamos integrar pero que actualmente están cada una por su lado.[2] Cuando hablamos de los cuidados (en plural) normalmente estamos hablando del cuidado como trabajo (y este importa y se realiza en situaciones de explotación en el sistema mundo). Cuando hablamos de la ética del cuidado (en singular) estamos hablando de otra dimensión: de la actitud, de una disposición de cuidarnos. Es una dimensión sensible y emocional e implica una afectividad.[3] Es una manera sensible de estar en el mundo, por eso al final yo acabo nombrándolo (en mi libro y doctorado) una estética para insistir que no es solo una razón o argumentación, es una sensibilidad. Pero además estamos diciendo que el cuidado podría ser un valor moral y que podría estar en el centro de nuestra valoración o de nuestro hacer la vida o habitar el planeta.

En el sistema mundo, sus cuatro ejes se convierten en una serie de jerarquías y valores que ordenan el mundo. El cuidado no siempre es un valor porque uno puede cuidar de manera violenta. Es algo que no necesariamente se quiere conceptualizar y entonces parece que en la remuneración o en el uso del tiempo da lo mismo que cuando tienes hambre yo te aviento la comida o te la doy con cuidado. No hay esta dimensión que Marianne Modak y Pascale Molinier llaman “la desmesura del cuidado”. Este “je ne sais quoi” que acaba siendo el meollo del cuidado. Es muy difícil medir o atrapar el cuidado. Qué pasa cuando lo que más cuenta en la experiencia humana, en la experiencia de vivir, no es medible? ¡Que cosa más chocante!

RL: Existe cierta indiferencia sistemática sobre el impacto de nuestras acciones sobre otros humanos o el medio ambiente… desde las condiciones y fuentes de la comida que nos alimenta como la ropa que vestimos.

MGS: En la estética del cuidado Joan Tronto lo conceptualiza como “la indiferencia de los privilegiados”. Es decir, quién puede darse el lujo de no darse cuenta. Quién puede decir que tiene cosas más importantes que pensar que qué va a comer. Quién tiene que darse cuenta y quién tiene que pensar en las condiciones de realización? El trabajo de cuidados es un trabajo sucio: tiene que ver con quién barre, quién saca la basura, con cosas muy cotidianas y concretas. Pascale Molinier retoma el concepto de la ignorancia. Es un asunto deliberado de la conciencia por no notar. Es una estrategia psíquica compleja porque aprender a no sentir es la mejor manera para seguir siendo privilegiado. Lo importante no es cuando hago como que no siento, sino cuando de veras no siento. El mayor éxito es ser completamente insensible.

El trabajo que hemos hecho en el INAH y en colaboración con Paul Hersh es una lectura decolonial de las éticas del cuidado y ponemos el énfasis en la desatención. Este no estaba en las éticas del cuidado como había sido conceptualizado. Ser desatendido o desatender un asunto quiere decir que reconocemos que quizá tiene algo que ver pero nos vamos a darnos el permiso de ignorarlo. Es más perverso. Esta noción se usa mucho en la medicina social latinoamericana y en la epidemiologia sociocultural para mostrar que lo contrario de la atención no es necesariamente negligencia. La atención se realiza en los actos concretos de inyectar o de dar consulta. Lo contrario parecería ser hacer daño. Pero, ¿qué pasa cuando lo contrario es solo decir que sí es importante, pero que no vamos a tomarlo en cuenta? Por ejemplo, “si, sabemos que vives en un lugar tóxico y probablemente te vas a enfermar, pero esta fuera del campo de la medicina. Si sabemos que el trabajo que realizas sentada 12 horas al día tiene un impacto en tu salud y está mal, pero fuera de la medicina. Si sabemos que la gestión de las emociones tiene que ver con lo que percibes como salud y enfermedad y cómo te sientes, si pero eso es sicología. Sabemos que lo que comes y tu nutrición, y si comes (porque hay muchas partes del mundo que ni siquiera comen), tiene un impacto en tu salud y en tu trabajo o desempeño académico pero fuera del tema”. Estos teóricos dicen ponemos tantas cosas en paréntesis que ya es absurdo: ¿qué sí cuenta cuando estamos haciendo cuidado de la salud?

Es eso lo que yo veía con las éticas del cuidado: le ponemos tanta atención a los problemas o inquietudes o valores de ciertos grupos sociales en ciertos contextos que pusimos tanto entre paréntesis que parece que los más interesante es todo lo que está afuera. Todo lo que parece que no forma parte del tema. Y cuáles son las estrategias para dejar fuera del tema a los intereses de las mayorías y los subalternos?

Y no es que los humanos del Norte global o los privilegiados del Sur global nazcan con cierta insensibilidad o cierta atención. Es el resultado de una educación y una cultura. En la cultura del sistema mundo dominante, la sensibilidad (y el cuerpo) perdió la batalla contra la razón (la cabeza). Por lo que estar bien educado es controlarte y controlarte es no sentir o no mostrar lo que sientes. Expresarlo es símbolo de fragilidad y de vulnerabilidad, sino histeria o locura. Expresarte o hacer gestos es infantil. Reír es símbolo de no ser serio y de no saber.

RL: En países ricos como Luxemburgo parece haber una prioridad clara por tener riqueza económica muchas veces a costa de la salud o de la estabilidad emocional. Países con una tasa alta de depresión y de suicidio hasta en los jóvenes. Es un tema que es tabú.

MSG: Si estás triste o contento, no importa en el sistema-mundo. Importa si eres listo y ganas premios y medallas, si tienes dinero, si eres percibido como blanco y hombre en el Norte global. La emoción y la sensibilidad, la felicidad, son tonterías para gente ridícula y absurda. Hippies que no son serios y no quieren trabajar. Cuando el trabajo es visto desde la ética protestante este debe ser el último valor en el que te realizas y si no, no has entendido como se vive en la Tierra. Tú eres tu trabajo. Ahí te realizas y cumples tu función social. Lo demás es accesorio, un medio.

El problema no es que haya quien sea feliz con eso. No soy normativa ni universalista. Yo no quiero que todo mundo piense como yo. El problema es que ese mundo no deja alternativa, es civilizatorio, es colonial. El problema no es que tú quieras eso para ti: ¡hazlo, bravo! Yo no voy a decirte qué sentir o hacer, qué valorar o preferir. El problema es que este sistema mundo sea la condición de posibilidad de la realidad para mí. Que yo tenga que defenderme y justificarme por no querer el mismo proyecto histórico que tú. Lo que nos preocupa no es lo que crean en el Norte global, el problema es que no solo lo quieren para ellos, sino que lo quieren imponer en nuestros territorios y en nuestros cuerpos. Eso es el problema.

Las estéticas del cuidado nacen en estas experiencias de gozo que mantienen varias naciones preexistentes y que mantienen las culturas en las que se supone que no hay nada. No hay nada de ellas que le interese al sistema mundo moderno. Imaginan que las personas pobres en el Sur global son igual o más infelices. ¿Qué pasa cuando hay vida donde impusieron proyectos de muerte? Que pasa cuando hay gozo y fiesta donde ya no debería haber nadie?

 

—-

 

RL: Esta desatención se refleja en una desconexión con la naturaleza, con los otros, con uno mismo y en la incapacidad de resolver las crisis que enfrentamos. ¿Cómo aporta el teatro a la práctica de descolonizar?

MSG: La modernidad se erige contra el cuerpo entonces hay en la teoría decolonial teorizaciones sobre cómo habría que volver a la sabiduría de los cuerpos y a las sabidurías ancestrales pero siguen siendo palabras, sigue siendo teoría. Los que hacen práctica, por ejemplo, van con artistas, es decir, no lo hacen ellos mismos. Lo delegan a alguien más. El arte que yo propongo es una práctica descolonizante que implica ponernos todas, y todos, y todes en el mismo registro: en la misma sensibilidad, insensibilidad, percepción o intercepción, en las mismas posibilidades de trabajar o ampliar nuestras propias posibilidades expresivas. Lo que hago en los talleres es una práctica descolonizante en el sentido existencial. Lo más importante no es la teorización, lo más importante es la sensibilización. Pero no es cualquier cosa de vamos a sentir lo que sea, trabajo con las sensibilidades que permiten el cuidado. Es decir, aprender y decidir y poner atención, aprender y decidir y percibir, aprender y decidir las complejidades de la interpretación en contextos de opacidad. Aprender y practicar la atención colectiva que es muy complicada pues estamos muy acostumbrados a estar en nosotros mismos. Para ellos hacemos juegos y prácticas en los talleres que permiten la sensibilidad y la sensibilización (individual y colectiva, no hay distinción en los talleres). Y en un segundo momento en los talleres si lo pensamos y lo reflexionamos y luego yo en los libros y las conferencias y tal si lo teorizo pero lo más importante es la práctica. Lo más importante en este sentido no es definir bien lo decolonial sino descolonizarnos verdaderamente. Y descolonizar nuestros gestos y nuestras interpretaciones, y nuestra manera de sentir y nuestra manera de poner atención y por supuesto que mi tirada es, nuestras maneras de cuidar y de ser cuidados.

Leer la conversación completa en español

Leer la conversación completa en francés

Leer el extracto en francés

 


Pies de página:

[1] Wallerstein y Anibal Quijano.

[2]https://revistas.ucm.es/index.php/CRLA/article/view/70893#:~:text=Liberar%20el%20cuidado%20significa%20superar,y%20de%20quienes%20lo%20hacen.

[3] Carol Gilligan subraya en qué sentido la dimension emocional y afectiva es fundamental para lo que determinamos como la ética del cuidado.