Existen diferentes expresiones del llamado a descolonizar y una de estas expresiones proviene de Latinoamérica y su “buen vivir”.
***Del capítulo « Buen Vivir » por Mónica Chuji, Grimaldo Rengifo, y Eduardo Gudynas del libro « Plurivers: Un dictionnaire du post-développement », Éditions Wildproject, septiembre 2022. Editores: Ashish Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria, et Alberto Acosta.
La categoría del Buen Vivir o Vivir Bien expresa un conjunto de perspectivas sudamericanas que comparten cuestionamientos radicales al desarrollo y otros componentes de la Modernidad, y a la vez ofrecen alternativas más allá de esta. No es una idea análoga al entendimiento occidental de bienestar o buena vida, ni puede ser descrita como una ideología o cultura. Expresa un cambio más profundo en los saberes, afectividad y espiritualidad, como apertura ontológica a otros entendimientos sobre lo que la Modernidad denomina como sociedad y naturaleza. Es una categoría en construcción, plural, con expresiones específicas para distintos sitios y regiones; es heterodoxa en tanto vincula e hibridiza algunos elementos indígenas con críticas dentro de la propia Modernidad.
Se registran referencias a las ideas del Buen Vivir desde mediados del siglo xx, pero en sus sentidos actuales se articuló en la década de 1990. Se destacan los aportes en Perú del Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (prAtec) (Apfel-Margil, 1998), en Bolivia del Centro Andino para el Desarrollo Agropecuario (cAdA) (Medina, 2001); y en Ecuador de diversos intelectuales, líderes sociales e indígenas (Acosta, 2012). Amplios movimientos sociales apoyaron esas ideas, y desde allí se insertaron en los cambios políticos en Bolivia y Ecuador, logrando reconocimiento constitucional.
El Buen Vivir es una categoría plural porque incluye versiones diferentes que son específicas para cada contexto social, histórico y ecológico. A su vez, estas resultan de la innovación, vinculación e hibridación de conceptos que provienen de algunas tradiciones indígenas y otros desde posturas críticas al interior de la Modernidad.
Entre los aportes de base indígena se encuentran el suma qamaña de los aymara y el ñande reko de los guaraníes de Bolivia; el sumak kawsay e ideas asociadas como allin kawsay de los kichwas de Ecuador; y el allin kawsay de los quechuas de Perú. Son conceptos análogos el shür waras de los achuar de Ecuador y Perú o de küme morgen de los mapuches de Chile (Rengifo, 2001 y Yampara, 2011).
Entre los aportes que provienen de los saberes occidentales pero que cuestionan a la propia Modernidad están las críticas radicales al desarrollo, incluyendo al posdesarrollo; el reconocimiento de la colonialidad del poder y de los saberes; la crítica feminista al patriarcado; las éticas alternativas que reconocen valores propios en lo no-humano; posturas ambientalistas como las de la ecología profunda.
No existe un solo Buen Vivir, sino que hay versiones que dependen de cada contexto histórico, cultural, social y ecológico (por ejemplo, el sumak kawsay de Ecuador es distinto del suma qamaña de Bolivia). A su vez, no es correcto afirmar que el Buen Vivir es exclusivamente una postura indígena, ni que es un retorno a una situación precolonial, aunque esos aportes son esenciales para su construcción.
Más allá de esta diversidad, existen componentes compartidos tanto en la crítica como en las alternativas (Gudynas, 2011). En todos se cuestiona el concepto de progreso y el entendimiento de una única historia universal lineal a imitar. Las alternativas se abren a procesos históricos múltiples, paralelos, no lineales e incluso circulares. Se cuestiona al desarrollo por su obsesión con el crecimiento económico, consumismo, mercantilización de la naturaleza, etc. Esta crítica abarca al desarrollo en todas sus variedades, tanto capitalistas como socialistas. Consecuentemente, desde el Buen Vivir en su sentido original no tiene sentido un «Buen Vivir socialista». Las alternativas son postcapitalistas y postsocialistas a la vez, desacoplándose del crecimiento y enfocadas en una completa satisfacción de las necesidades humanas desde la austeridad.
Se reconoce una colonialidad del saber/poder desde la Modernidad, que impone formas de conocer y valorar occidentales y cartesianas. Por lo tanto, se apunta a descolonizar los saberes y rescatar otras epistemologías subordinadas o invisibilizadas.
El Buen Vivir desplaza la centralidad de los humanos como únicos sujetos, con agencia política y fuente de toda valoración. Esto implica aperturas éticas (reconociendo valores intrínsecos en lo no humano, tales como los derechos de la naturaleza) y políticas (aceptando sujetos no-humanos). Se ataca el patriarcado (incluso en el seno de los ámbitos campesino e indígena), postulando alternativas feministas, recuperando el rol clave de las mujeres en defender a comunidades y a la naturaleza.
No se acepta la separación entre sociedad y naturaleza de la Modernidad. Se reconocen comunidades ampliadas con humanos y no-humanos (animales, plantas, montañas, espíritus, etc.), en territorios específicos (como ocurre con el concepto de ayllu).
Se rechazan todos los colonialismos y se distancia del multiculturalismo. Se defiende una interculturalidad que valora cada tradición de saberes, y por ello postula refundar la política desde una plurinacionalidad.
Los diversos Buen Vivir otorgan importancia sustantiva a la afectividad y espiritualidad. Las relaciones en las comunidades expandidas no se restringen a intercambios de mercado o vínculos utilitaristas, sino que incorporan la reciprocidad, complementaridad, comunalismo, redistribución, etc.
Las ideas del Buen Vivir recibieron fuertes cuestionamientos. Unos consideraban que expresaban un reduccionismo indigenista, y otros afirmaban que en realidad eran un invento estilo New Age poco indígena. Intelectuales de la izquierda convencional sostuvieron que eran una distracción del verdadero objetivo que no eran las alternativas al desarrollo sino las alternativas al capitalismo, y rechazaron éticas que reconocen valores intrínsecos en lo no-humano.
A pesar de esas discusiones, las ideas de Buen Vivir lograron un fuerte y amplio respaldo en los países andinos, y desde allí se difundieron rápidamente en América Latina, y luego a nivel global. Sirvieron de base a alternativas al desarrollo muy concretas, como por ejemplo el reconocimiento constitucional de los derechos de la naturaleza y de la Pacha Mama, moratorias a la explotación petrolera en la Amazonia, los modelos de transiciones posextractivistas o las cosmopolíticas con la participación de actores no-humanos.
Quedaron en evidencia las agudas contradicciones entre esas ideas originales del Buen Vivir con las estrategias de desarrollo de los gobiernos de Bolivia y Ecuador que, por ejemplo, promovían extractivismos (como la megaminería o la extracción de petróleo en la Amazonia). Los progresismos, intentaron remontar esas contradicciones con nuevas definiciones del Buen Vivir como una variedad de socialismo (Ecuador) o como un «desarrollo integral» (Bolivia), colocándolo nuevamente dentro de la Modernidad. Esas posturas fueron apoyadas por agencias estatales (por ejemplo el Instituto de Altos Estudios Nacionales, iAen, de Ecuador), intelectuales y líderes ciudadanos, y por varios intelectuales no-sudamericanos (que más allá de sus intenciones, repitieron una colonialidad sobre los saberes).
De todos modos, las ideas originales del Buen Vivir se mantuvieron. Continuaron nutriendo la resistencia social al desarrollo convencional; los ejemplos más conocidos son las marchas indígenas y ciudadanas en Bolivia, Ecuador y Perú en defensa del territorio, el agua, y la Madre Tierra. Esto muestra que el Buen Vivir no es una propuesta acotada a unos pocos intelectuales y ong, sino que alcanzó una popularidad tan alta entre la opinión pública que nutrió amplias movilizaciones y ello obligó a aquellas reformulaciones gubernamentales.
Las redefiniciones desarrollistas y los usos propagandísticos del Buen Vivir, junto a las acciones gubernamentales contra las organizaciones indígenas, tuvieron un fuerte efecto. Algunos intelectuales asociados a grupos indígenas entendieron que la categoría había sido raptada por el progresismo para servir a sus fines electorales y desarrollistas.
El Buen Vivir es una propuesta en marcha, nutrida por distintos movimientos y activistas, con sus avances y retrocesos, innovaciones y contradicciones. Inevitablemente está en construcción ya que no es sencillo ir más allá de la Modernidad. Necesariamente debe ser plural ya que engloba posturas que simultáneamente cuestionan a la Modernidad y se abren a otras formas de pensar, sentir y creer (ontologías) que están enraizadas en historias, territorios, culturas y ecologías especí cas. Pero en esa diversidad existen coincidencias claras en distinguirse de la Modernidad, tales como el desacople de la creencia en el progreso, las comunidades ampliadas basadas en otras relacionalidades, o una ética que admite valores intrínsecos en lo no-humano.
Mónica Chuji (Ecuador), intelectual kichwa amazónica; fue asambleista en la Asamblea Constituyente, ministra de Comunicación y portavoz del gobierno en la primera administración de R. Correa (Ecuador).
Grimaldo Rengifo (Perú), educador y promotor de la cultura andina, en especial ligada a la tierra; integra el equipo de Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC). Eduardo Gudynas (Uruguay), investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES); investigador asociada en el Depto. de Antropología, Universidad California, Davis. |
Referencias:
- Acosta, A. (2012), Buen vivir. Sumal kawsay. Una oportunidad para imaginar otros mundos. Quito: AbyaYala.
- Apffel-margil, F. (ed.) (1998), The spirit of regeneration. Andean culture con- fronting western notions of development. Londres: Zed Books.
- Gudynas, Eduardo (2011), Buen Vivir: Today’s Tomorrow. Development 54(4): 441-7.
- Medina, J. (ed.) (2001), La comprensión indígena de la Buena Vida. La Paz: gtz & FAm.
- Rengifo, G. (2002), Allin Kawsay. El bienestar en la concepción andino amazó- nica. Lima: prAtec.
- Yampara h., S. (2011), Cosmovivencia Andina. Vivir y convivir en armonía integral, Suma Qamaña. Bolivian Studies Journal /Revista de Estudios Boli- vianos 18: 1-22.