Sozapato – Lo que más amo de mi trabajo es el reto creativo de darle forma y color a un tema cotidiano desde una perspectiva distinta, porque para lograrlo debo interpelar mi postura crítica respecto al tema y, a través de este pretexto, a mi propia humanidad. Algo que inevitablemente me lleva a encarar quién soy y a preguntarme ¿quién quiero ser?
La descolonización es un tema con muchas complejidades. Me gusta pensarla más allá de las luchas sobre la figura del estado-nación o las referencias históricas y analizar las formas de imposición en el pensamiento actual, las retóricas sobre el concepto de libertad, del ser humano integral y de cómo esto se entrelaza con la naturaleza, que en la actualidad es el nuevo “otro”; explotado y abusado. Me interesa preguntarme y preguntar: ¿cómo están nuestros niveles de respeto y coherencia hacia el medio ambiente? ¿realmente estamos traduciendo esos grandes planteamientos teóricos de reivindicación, en acciones cotidianas significativas?
Descolonizar el pensamiento implica reconocer, en primera instancia, el paradigma que nos coloniza a diario y nos impide SER en libertad. Lo que me lleva a una pregunta anterior, ¿estamos preparados para asumir la responsabilidad de pensar diferente; abrir un nuevo camino en lugar de seguir la ruta trazada? ¿Y cuál es “la ruta trazada”? ¿Cuál es el paradigma que se impone y cuál el que hace resistencia?
Reconozco en las sociedades actuales, consumistas de occidente, la tendencia a optar por lo más fácil: ser reactivos en lugar de reflexivos, priorizar la comodidad personal ante el bienestar colectivo, perpetuar el desequilibrio si este nos favorece, creer que se tiene la verdad absoluta desvalorizando otras perspectivas (justificando la violencia), usar y abusar de lo que no puede defenderse… Para mi, este es el paradigma que se nos imponen diariamente desde varios lugares de poder y legitimación. Se disfraza el exterminio como decisiones políticas de “progreso”, el consumo desmedido como “vida digna” y al ignorar las necesidades de las minorías se instaura el abuso de poder como una “forma de subsistencia válida”.
Por otro lado, para hacer resistencia está la “palabra viva”, como señalan los indígenas, refiriéndose al poner acción a la palabra amable (ser coherente). En la cosmovisión andina, que felizmente también me atraviesa, hay una alta conciencia de la existencia, en la que todos estamos conectados. Razón por la cual ser amables, respetuosos con la naturaleza, tener conciencia social, sentir gratitud hacia los ancestros y los elementos es lo mínimo que podemos hacer y ser.
Estas reflexiones, que no pretenden idealizar o satanizar ninguna de las partes, pero sí definir una postura crítica, serán mi brújula para desarrollar las ilustraciones de los artículos de esta revista. Afortunadamente, mi sentir y las disertaciones escritas se alinean maravillosamente. Con libertad creativa y resonancia ideológica, decido utilizar la máscara blanca como símbolo de la colonización que impone, fractura y encarcela. Gráficamente la descolonización será la representación de la integralidad “humana” no simétrica (es decir no estereotipada) con trazos libres, naturaleza, colores dinámicos y formas alegres que se extienden en el lienzo, desvaneciendo las fronteras entre el individuo y el espacio. Las siluetas que aluden a lo tribal – esencial, evocan también la fiesta que se desprende del saber vivir en equilibrio.
Busco representar, desde varios ángulos (a los que me lleva el texto), lo que es el reto principal que nos plantea la descolonización del pensamiento: escuchar e integrar la pluriculturalidad del mundo para evolucionar de forma armónica y equitativa. Pienso que todo se reduce a construir, cada día, en cada decisión cotidiana, un camino donde la medida justa de las cosas, nos genere alegría a todos (que somos todo).
- Point brûlant: el llamado a descolonizar La máscara impuesta, que representa la colonización, se aleja permitiendo que los colores y las formas (únicas de cada individuo) broten en libertad. La integralidad del ser humano se funde con el espacio porque es así que el ser humano se vuelve integral, reconociéndose parte de todo.
- Horizon des possibles: buen vivir Representa el SUMAK KAWSAY o “buen vivir”; la interrelación armónica de los humanos, el cosmos, los ancestros, la naturaleza, la semilla, la creación… y cómo todos somos parte de la misma “fiesta” (de las mismas posibilidades).
- Et au Luxembourg? Las formas y los colores que brotan de la máscara cambian su gesto neutro, mostrando cómo a tolerancia y el respeto van ganando terreno. A manera de guiño al artículo, la silueta de Luxemburgo se encuentra superpuesta al rostro y también aparece como la sombra de la máscara.
- Nouvelles du monde La máscara-jaula blanca representa la colonización y cómo esta imposición encarcela nuestra capacidad de SER en libertad.
- Par où commencer? Traduzco la pregunta de ¿por dónde empezar? a ¿cómo podemos hacer germinar las posibilidades de nuestro ser?, es por eso que represento a un “individuo raiz” reverdeciendo, sin limitarse a una sola forma establecida.