En los últimos años, los canjes de deuda por naturaleza han sido promovidos en espacios internacionales como las cumbres del G20, las Conferencias de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD) y de Cambio Climático y recientemente en la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (Sevilla, Julio 2025).
En estos espacios se ha reconocido que existen responsabilidades comunes pero diferenciadas de las causas e impactos del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad, ubicando a los países industrializados, principalmente del Norte, como los principales responsables. Pero, en lugar de asumir esta responsabilidad y destinar los fondos comprometidos para frenar la contaminación y restaurar los ecosistemas y reparar a las comunidades afectadas, se recurre nuevamente al mecanismo de la deuda externa como un medio de dominación, control y ganancia financiera.
Presentados como soluciones innovadoras, los canjes de deuda por naturaleza cuentan con el respaldo de la banca multilateral, y la participación de muchos intermediarios financieros: bancos internacionales, fundaciones filantrópicas y corporaciones conservacionistas de EEUU y la Unión Europea, que impulsan la Estrategia de Finanzas Sostenibles y la Agenda 30×30 (1).
En este marco se insertan los dos canjes de deuda por conservación realizados por el Ecuador en Galápagos (2023) y en la Amazonía (2024) (2). Los dos acuerdos, negociados en total reserva, fueron presentados como logros que reducen la deuda externa y financian la protección ambiental. Un análisis crítico devela un entramado de intereses de negocios financieros y corporativos que amenazan la soberanía nacional, el control territorial y los derechos de las comunidades y pueblos indígenas.
La arquitectura financiera y sus actores
Los canjes de deuda por conservación responden a la lógica de la financiarización de la naturaleza. Implican la sustitución de bonos comerciales por “bonos de naturaleza” emitidos bajo nuevos esquemas diseñados por la banca de inversión y avalados por organismos multilaterales. Estos bonos se negocian en los mercados financieros internacionales, como el de Nueva York y el de Londres, uno de los principales mercados europeos de bonos verdes.
En el caso de Galápagos, el intermediario principal fue GPS Blue Financing DAC (vehículo financiero registrado en Irlanda), respaldado por el Credit Suisse y el Bank of New York Mellon. Se recompraron US $1.630 millones en bonos comerciales negociados con un descuento del 40 % de su valor, a cambio de la emisión de nuevos bonos por US $656 millones, denominado “Bono Marino Galápagos”(3). El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aportó una garantía de US$85 millones, mientras que la U.S. International Development Finance Corporation (DFC), agencia del gobierno de EE. UU., otorgó un seguro de riesgo político y de incumplimiento de laudo arbitral por el valor del nuevo crédito(4).
De los recursos ahorrados, US $450 millones deben destinarse, en un lapso de 18 años, al Galápagos Life Fund (GLF), creado en Delaware, EE.UU. Se estima que de estos, US $323 millones se usarán en conservación efectiva; el resto cubrirá costos de intermediación y comisiones.
El canje en la Amazonía tiene un esquema similar, el Bank of America negoció la recompra de US$1.520 millones en bonos comerciales por US$1.000 millones, financiados por Amazon Conservation DAC. El país emitió “Bonos Amazónicos” por esos US$ 1000 millones con vencimiento en el año 2042. El BID otorgó una garantía por US$ 155 millones, el Servizi Assicurativi del Commercio Estero (SACE) de Italia emitió un seguro de crédito y la DFC cubrió el seguro de riesgo político y de laudo arbitral con sede en Londres. Se destinará US $460 millones para el Fondo Biocorredores Amazónicos (5).
Alrededor de estos actores participan fundaciones filantrópicas (Ledunfly Philanthropy, Pew Bertarelli Ocean Legacy Project), inversionistas privados (Aqua Blue Investments LLC), y consultoras financieras, todos con intereses en la valorización y comercialización de activos naturales. Las operaciones se insertan en un patrón global que ya ha sido aplicado en Seychelles, Belice, Barbados, Gabón y Bahamas, donde The Nature Conservancy (TNC) ha adquirido un papel decisivo en la gobernanza de amplias zonas marinas y terrestres (6).
Control territorial y soberanía
Ocean Financing Company, en el caso de Galápagos, y TNC en el de la Amazonía, a través de su brazo financiero NatureVest, gestionaron y estructuraron el mecanismo de los canjes y son los principales administradores de los fondos fiduciarios “independientes”: el Galápagos Life Fund y el Fondo Biocorredores Amazónicos. Aun cuando estos incluyen representantes del Estado, las decisiones estratégicas recaen en los actores externos mencionados. Este esquema contradice la Constitución ecuatoriana, que otorga al Estado la competencia exclusiva sobre las áreas protegidas y su administración.
Hay que señalar que estos fondos fiduciarios fueron registrados en jurisdicciones opacas, como Delaware, donde se resguarda la información financiera y societaria.
Áreas de gran importancia por su biodiversidad y su papel en los ciclos de la naturaleza – 193.000 km² en la Reserva Marina Galápagos, 6,4 millones de hectáreas de bosques y 18.000 km de ríos en la Amazonía – quedan sujetas a la agenda, criterios y condicionamientos de entidades privadas internacionales relacionadas con intereses corporativos financieros y de control territorial (7).
Implicaciones para las comunidades y el país
En el caso de Galápagos, las áreas protegidas bajo este modelo podrían restringir el acceso y uso tradicional de medios de vida a pueblos y comunidades costeras, debilitando sensiblemente su soberanía alimentaria.
En la Amazonía, el Programa de Biocorredor Amazónico involucra reservas y parques nacionales emblemáticos como Yasuní, Cuyabeno, Sumaco y Limoncocha. La subordinación de su manejo a TNC y socios financieros afectaría la autonomía de los pueblos indígenas sobre sus territorios ancestrales, y también impactaría a comunidades campesinas ahí asentadas (8).
Bajo el discurso de la conservación, estos canjes, en los mercados verdes o azules, podrían abrir la puerta a proyectos de alto impacto ambiental: minería en fondos marinos, bioprospección de recursos genéticos, expansión de infraestructura turística corporativa y energética a gran escala. También se podría participar en sistemas de compensación de carbono y biodiversidad que permiten a corporaciones contaminantes “compensar” emisiones sin reducir su impacto real, convirtiendo el territorio en un activo transable.
A nivel nacional, el impacto es doble: por un lado, el país sigue pagando la nueva deuda a costa de mayor explotación de la naturaleza, sacrificando la inversión para que podría mejorar las condiciones de vida de la población. Y, por otro lado, al perpetuarse la deuda externa, ésta seguirá utilizándose como herramienta de control geopolítico y económico, atentando contra la soberanía nacional.
Cuando se financiariza la biodiversidad como mecanismo para su conservación y no se ponen en cuestión nuevas formas de producción y consumo, de gestión de los ecosistemas y de una nueva institucionalidad global que contribuya a equilibrar las relaciones entre países y frenar la destrucción de la naturaleza, el resultado será una mayor crisis ecológica y climática y más empobrecimiento de los pueblos.
Los canjes de deuda por conservación son instrumentos del capitalismo verde. El camino para transitar a nuevas economías pasa por frenar el modelo extractivista, el agronegocio a gran escala, la construcción de megainfraestructuras, las tecnologías destructivas, a la vez que destinar fondos para la reparación integral de las deudas ecológicas y climáticas, y cambiar la estructura financiera internacional, que incluye el sistema de endeudamiento basado en la justicia social, económica y ecológica.
Si quieres profundizar más en el tema, mira el video aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Lx4OHfA5_Ec
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Referencias:
- La Agenda 30 x 30 es el Acuerdo Marco Mundial para la Biodiversidad de Naciones Unidas (2022), en la que los gobiernos se comprometieron a proteger el 30 % de la tierra, el agua dulce y los océanos del mundo para 2030.
- Los canjes de deuda de Galápagos y Amazonía han estado dominados por actores financieros y políticos de Estados Unidos, pero existe una participación indirecta de la Unión Europea. La banca europea – como el desaparecido Credit Suisse, ahora absorbido por Union Bank of Switzerland – UBS – ha sido parte central de las operaciones, y España, como miembro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), influye en la concesión de garantías. A ello se suma el papel de corporaciones conservacionistas con sede o raíces en Europa, como la Fundación Bertarelli y el WWF, que forman parte de los consorcios que promueven estos mecanismos a escala global.
- Ministerio de Economía y Finanzas del Ecuador. Ecuador concreta canje de deuda para conservación de Galápagos. Quito, 9 de mayo de 2023. https://www.finanzas.gob.ec
- Garantía de liquidez crediticia para el Bono Marino Galápagos. Washington, 2023. – DFC. Political Risk Insurance for Ecuador Debt-for-Nature Swap. 2023.
- https://www.accionecologica.org/3-que-hay-detras-del-canje-de-deuda-por-amazonia/
- https://www.accionecologica.org/galapagos-canje-de-deuda-por-conservacion-o-cuidado-de-la-vida/
- https://www.youtube.com/watch?v=Lx4OHfA5_Ec